Idea brillante -y sencilla- que surgió
en Japón en el año 2003 y se ha ido extendiendo por el mundo. Se trata
de hacer una presentación con una norma rígida: presentar 20
diapositivas y dedicar exactamente 20 segundos a cada una. Tiempo total
del discurso: 6 minutos y 40 segundos.
Lo brillante de la idea no es que el
tiempo esté limitado (en la mayoría de las presentaciones lo está y
todos vemos cómo el/la ponente sigue hablando y hablando). La clave está
en el “20×20″. Limitar la exposición de una diapositiva a 20 segundos
garantiza al ponente y a su público una exposición dinámica y
sistemática de todas las ideas relevantes que merece la pena compartir y
destacar. Este formato, ya probado y con éxito, exige al ponente un
mayor esfuerzo que el que tendría que hacer en una presentación
tradicional; tiene que poner en valor lo esencial y descartar lo
superfluo.
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